miércoles, septiembre 30, 2009

Quedarse en la calle, antes que volver a la cárcel


Si bien es cierto, esta frase no está explícitamente dicha en los diálogos de la película, de todas formas se puede entender de manera tácita el contexto socio-cultural existente en “ Tiempos Modernos”. La ausencia de calidad de vida que en la naciente era de la industrialización se está viviendo llega a tal punto que se torna mucho más agradable ser pobre de libertad, antes que la miseria del hambre. Dicho sea de paso, los permanentes problemas urbanos como la cesantía, sobrepoblación, revoluciones y tantos otros resultan ser representados de manera tal que logran interpretar problemas que son latentes en nuestros días; parece como si Charles Chaplin supiera de qué forma se van a vivir los siguientes años de vida en este mundo cada vez más “moderno”. En esta película, curiosamente nos encontramos con situaciones similares a las que hoy estamos viviendo, sumado a una tímida inocencia que aporta humor y nos ayuda a evadir lo grave que puede llegar a ser. No es simple confundir un salero con un contenedor de droga, pues hay que tener la mente limpia para pensar que siempre será sal y no algo que intervenga en nuestra forma de actuar frente al mundo. Actitud que comprueba la inocencia de parte del protagonista de la historia.
Sin embargo, existe algo que nunca dejará de ser parte de nosotros y que habla sobre nuestro propósito en la vida, un por qué a nuestra existencia, la búsqueda constante de la felicidad, sea esta una necesidad, una carencia o simplemente un capricho. Pero, qué es la felicidad?, Chaplin aborda este tema enseñándonos que la encontraremos solo en lo espiritual, acompañándonos de quienes puedan compartir la nuestra. Ni los lujos, ni una casa bonita nos entregarán tanta dicha y alegría como el hecho de poder compartir y saber valorar los momentos y sentimientos que se originan entorno a éstos.
Por otra parte, hay ciertos aspectos que denotan la realidad cruda de los tiempos modernos, una jerarquía marcada, donde solo El Jefe está habilitado para hablar, mientras el trabajador solo cumple su labor, dejando de lado algo tan esencial como ser persona. Será que hoy, en los tiempos modernos, se carece de alma humana?  Charlot, el protagonista, habilidosamente nos retrata esta situación mostrándose frente a una máquina autómata que lo alimenta, dejando en evidencia la pobreza de la iniciativa para acceder a un acto tan natural e innato como el dejar de trabajar, para poder comer. A su vez, se delata la malevolencia de El Jefe, quien hace esto para que no se pierda tiempo valioso de producción. Se entiende como algo malévolo, ya que es un mal que fomenta la evidente ambición por las cifras de la industria.
Por otra parte, no es casual que tan solo al final de la cinta podemos apreciar el verdadero talento que Charlot tiene. Y es que están tan subestimados los dones de las personas, frente a la inteligencia artificial de una maquinaria, que solo existe un pequeño pasaje donde vemos cantar y recitar al protagonista, entregándonos además un mensaje que nos habla de represión y limitaciones sociales como dos características usuales en la modernidad.
“Tiempos Modernos” es la representación de un mundo caótico, inestable, donde está presente la explotación y manipulación, pero que se visualiza a través de una exagerada dramatización por parte de los actores, volviéndose tragicómico y a ratos divertido. Pero no solo el contexto alude al título de la película, las técnicas de filmación por parte de Charles Chaplin, los planos de seguimiento mientras Charlot trabaja colocando tuercas, adjunto a un cuadro que muestra mucho movimiento, digna representación de la industrialización, juegan un papel fundamental al momento de recrear la historia de un obrero inserto en los profundos cambios sociales y económicos de una sociedad. Además, aún cuando el cine ya no es mudo, Charles Chaplin logra cautivar con una mímica andante y emotiva manera de representar al afectado por las falencias sucedidas en la revolución industrial. Técnicamente, se destaca la buena continuidad en la secuencia de escenas y la constante interacción con el espectador, pues lo mantiene cautivo y con un factor sorpresa, haciendo de esta película una forma de entretención, pero que contiene una segunda lectura, entre líneas, consistente en temas políticos y sociológicos.