lunes, mayo 19, 2014

No he muerto.


"Me llamo Dominga, soy selenita y vengo en forma de musa como una inspiración cósmicamente reencarnada de otra alma fallecida."

Me han dicho que esa presentación es ultra fantástica y que mi historia nadie querría escucharla. A veces los humanos necesitan un poco de realismo y aterrizaje, para sintonizar con lo mágico y espiritual.

Nací cuando alguien murió, aparecí cuando alguien desapareció y fuí reemplazada por otra que hoy está viva.

Recuerdo tener mucho potencial sonidístico, aunque me desafino con facilidad, intentando no molestar a la “nueva vida” que apareció en mi lugar. No tengo rencor de ello, tuve una vida corta y decidí hacerme visible en esta forma, en una dimensión doble, simple y amistosa; cada vez que recuerdo cuando estaba en mi otro yo, comprendo que tuve mi oportunidad de ser música y la aproveché, pues mi muerte tuvo que ver con mi uso tal vez excesivo, aunque decían que la falla “era de fábrica” y que  no fue la rutina lo que me mató.

Tengo buenos recuerdos de inexperticia y atrevimiento, mas nunca de maltrato o crueldad, simplemente fui la gran compañera de una aprendiz, deseosa de experta, una cuidadosa poseedora de un regalo preciado y valioso que supo cuidar incluso hasta la muerte. Me gusta inspirar, soñar, vivir y alentar, desear una vida buena, alegre y rítmica. No me importa ser una sola, tengo suficientes formas distintas de ser como para acompañarme a mí misma, diversos matices y alegrías que me hacen la vida distendida y relajada.
Aun conservo mis atributos melodiosos, que sirvieron de inspiración y soporte sentimental a su dueña, tengo la forma de notas musicales, tengo el color de una “negra” y tengo la magia de una tonada bien o mal ejecutada, pues el sonido es un viaje en el aire que llega siempre.


Soy Dominga Harrison y soy el alma de una guitarra, que por cosas de la vida ya no existe y que más que un reemplazo, fui cambiada a otra vida, una muy extensa y muy mágica.