Si! confieso que soy una barbie pobre, una diva en potencia, la prototipo de quién parece ser pero no es...o tal vés si, pero qué más da! Desde los cosméticos hasta el closet, todo correctamente habitado pero precario, sin exageraciones y sin precios estratoféricos. Y es que resulta mil veces mejor e interesante la prenda única y extravagante antes que aquella endeudada y hecha en serie, sumado al maquillaje en su mínima expresión, pero que te hace más digna.
Ser una barbie pobre (bp) merece respeto, pues asi como Paris Hilton tiene su qué se yo en estilo, la bp es una proyección de un yo interior, auténtica y especial y que no le debe atribuciones de estilos a nadie; la bp sólo a veces imita, evocando tambien esa fantasia de despertar envidia al ser observada, no necesariamente provocado por temas relacionados con la belleza, sino en tener una apariencia cuya definición simplemente no está en el rango de bonita o fea. Pero no sólo de apareciencias se vive, recordemos que hay una inteligencia en proceso, una materia gris que muchas veces la gente ignora... pero vaya que da sorpresas.
Ojo que la bp no es una tendencia, sino una forma de vida cargada de identidad, llegando a un punto en que te reconoces como tal y te sientes orgullosa de ello, pues, al decir públicamente soy una barbie pobre estás gritándole al mundo que detrás de esa compradora compulsiva y fanática empedernida de el cómo me veo, existe una estilosa mujer pensante con mucha habilidad para verse bien.