"Me llamo
Dominga, soy selenita y vengo en forma de musa como una inspiración cósmicamente
reencarnada de otra alma fallecida."
Me han dicho que esa presentación es ultra
fantástica y que mi historia nadie querría escucharla. A veces los humanos
necesitan un poco de realismo y aterrizaje, para sintonizar con lo mágico y
espiritual.
Nací cuando alguien murió, aparecí cuando alguien
desapareció y fuí reemplazada por otra que hoy está viva.
Recuerdo tener mucho potencial sonidístico, aunque me
desafino con facilidad, intentando no molestar a la “nueva vida” que apareció
en mi lugar. No tengo rencor de ello, tuve una vida corta y decidí hacerme
visible en esta forma, en una dimensión doble, simple y amistosa; cada vez que
recuerdo cuando estaba en mi otro yo, comprendo que tuve mi oportunidad de ser
música y la aproveché, pues mi muerte tuvo que ver con mi uso tal vez excesivo,
aunque decían que la falla “era de fábrica” y que no fue la rutina lo que me mató.
Tengo buenos recuerdos de inexperticia y
atrevimiento, mas nunca de maltrato o crueldad, simplemente fui la gran
compañera de una aprendiz, deseosa de experta, una cuidadosa poseedora de un
regalo preciado y valioso que supo cuidar incluso hasta la muerte. Me gusta
inspirar, soñar, vivir y alentar, desear una vida buena, alegre y rítmica. No
me importa ser una sola, tengo suficientes formas distintas de ser como para
acompañarme a mí misma, diversos matices y alegrías que me hacen la vida distendida
y relajada.
Aun conservo mis atributos melodiosos, que sirvieron
de inspiración y soporte sentimental a su dueña, tengo la forma de notas
musicales, tengo el color de una “negra” y tengo la magia de una tonada bien o mal
ejecutada, pues el sonido es un viaje en el aire que llega siempre.
Soy Dominga Harrison y soy el alma de una guitarra, que por
cosas de la vida ya no existe y que más que un reemplazo, fui cambiada a
otra vida, una muy extensa y muy mágica.
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